Entrevista “Ego, arte y sociedad digital”
Conversación con el artista Rubén Orgye
Introducción
En un tiempo dominado por la hiperexposición, la búsqueda de validación y la fragilidad emocional, la obra de Rubén Orgye emerge como un espejo sensible de la sociedad contemporánea. Desde la sensualidad del cuerpo hasta los laberintos de la mente y el peso del ego digital, su trabajo propone una reflexión urgente, honesta y profundamente humana.
A continuación, presentamos una entrevista íntima y reveladora.
— Tu obra comenzó explorando el cuerpo y la sensualidad. ¿De dónde nace esa primera etapa?
Mi primera etapa surge de una necesidad visceral: explorar la sensualidad, el deseo, la piel, los vicios carnales sin culpa. El cuerpo era un campo de libertad y también un espejo de nuestras fantasías más íntimas.
Pero pronto descubrí que incluso cuando alguien se muestra desnudo, sigue sin mostrar su verdadero yo. Detrás del cuerpo hay otra capa mucho más profunda: la mente y la conciencia, esa parte que casi nunca dejamos ver.
— ¿Cuándo aparece ese tránsito del cuerpo hacia la mente?
Cuando entendí que la carne, por sí sola, no bastaba.
La segunda fase de mi trabajo consiste en explorar lo que está escondido: los recuerdos, el inconsciente, la mochila emocional que todos cargamos.
Comencé a pintar no solo lo que se ve, sino lo que se siente internamente. Ese universo interior me parecía mucho más vasto y auténtico.
— Técnicamente, el óleo ocupa un lugar muy importante en tu obra. ¿Por qué?
Porque me permite entrar en la profundidad emocional.
El acrílico es inmediato, salvaje, impulsivo. Pero el óleo tiene memoria, textura, tiempo…
Con él puedo crear fundidos, matices y atmósferas que representan mejor mi imaginario interior.
— Dices que trabajas como un niño, incluso con los dedos. ¿Qué significa eso en tu proceso creativo?
Significa no pensar.
Si pienso, dibujo formas que ya conozco, que he estudiado, que la mente recrea automáticamente.
Cuando dibujo como un niño —con los dedos, sin reglas, sin la técnica dominando— estoy dibujando desde el inconsciente.
Es un acto de desaprender para construir algo verdaderamente personal.
— En tu obra también hay una crítica a la sociedad digital y a la hiperexposición. ¿Qué te interesa de ese tema?
Vivimos en una sociedad donde mostramos todo, excepto lo esencial.
La tecnología nos conecta y nos desconecta al mismo tiempo: puedes estar a un centímetro de tu pareja y no estar presente.
Me interesa documentar este momento histórico, la necesidad de validación, las máscaras digitales, la soledad contemporánea, la comunicación vacía, el ego inflado por las redes. Todo eso afecta cómo sentimos, cómo amamos y cómo nos relacionamos.
— Tu experiencia con la ansiedad aparece como un elemento crucial. ¿Cómo influyó en tu arte?
La ansiedad te confronta con la muerte sin que estés muriendo.
Es una experiencia brutal que te obliga a mirar dentro, a observar tus miedos reales e imaginarios.
Viví episodios muy fuertes, donde sentía que iba a morir.
Y ahí entendí que el miedo es capaz de dominarte, de invalidarte, de hacer que creas lo que no es real.
Ese proceso me hizo replantear mi obra y mi vida.
Me llevó a buscar paz mental en medio del ruido del mundo moderno.
— El ego aparece como un tema recurrente. ¿Qué papel juega en tu trabajo?
El ego es la máscara que mostramos al mundo.
Nos enseñan a relacionarnos desde esa máscara:
lo que queremos que otros deseen de nosotros, lo que queremos que admiren.
Pero eso genera vacío.
Mi obra intenta revelar ese falso yo, cuestionarlo, mostrar la fragilidad emocional que hay detrás.
— También mencionas la influencia de la tecnología y la inteligencia artificial. ¿Qué papel juega en tu mirada artística?
La tecnología está transformando cómo vivimos, cómo pensamos, cómo nos relacionamos.
Es una nueva revolución, como lo fueron la industrial o las vanguardias del siglo XX.
Me interesa dejar constancia de cómo esta hipercomunicación, esta dependencia digital, esta sobreexposición, afectan la intimidad humana.
En un futuro es probable que mi obra se extienda hacia instalaciones, performance o escultura, para representar mejor esa dualidad entre conexión e aislamiento.
— ¿Hacia dónde ves que evoluciona tu trabajo ahora?
Estoy investigando civilizaciones antiguas, máscaras rituales, mitologías, simbolismos.
Quiero mezclar lo ancestral con lo digital, lo onírico con lo tecnológico, lo humano con lo inmortal.
Mi obra futura buscará representar esa frontera entre realidad y ficción, entre conciencia e inconsciente, entre ego y esencia.